Casi todos llevamos alguna cicatriz en la piel. Hay cicatrices pequeñas que nos recuerdan los inquietos días de infancia; otras nos recuerdan los barritos de la adolescencia, los agujeritos que nos dejó la varicela y otras son marcas mucho más profundas de vida como son intervenciones quirúrgicas como una cesárea.
Ya sea que las veamos con nostalgia o con desagrado, la realidad es que esas cicatrices nos hablan del gran trabajo que hace nuestro cuerpo para repararse a sí mismo y para mantenernos con vida.
Visto de esta manera, la cicatriz es el parche más efectivo para cerrar una herida y reparar los tejidos dañados en las capas más inferiores de la piel.
Eso todos lo sabemos, pero lo que más inquieta a las personas es conocer la razón de que algunas cicatrices sean más abultadas, delgadas, oscuras o con formas extrañas. Aquí algunas de esas consideraciones.